Pero, ¿Por qué enfermamos? Sabemos que existen dos factores fundamentales que provocan esta transición de la salud a la enfermedad: el factor genético y el ambiental. Éste último es el más importante, ya que lo encontramos en entre el 80 y 90% de las enfermedades crónicas.

Es importante explicar bien a qué nos referimos con este término ya que históricamente se ha hecho una interpretación simplista asociándolo únicamente a las exposiciones a contaminantes ambientales externos, dejando de lado otros factores externos e internos.

Entre los primeros nos hemos olvidado del stress, la ubicación geográfica del individuo, sus hábitos en la ingesta de fármacos, tabaco, alcohol y otras drogas, su actividad física y, sobre todo, la dieta.

Pero es que, además, en el término ambiente se hacía poco énfasis en las causas internas (especialmente las infecciones e inflamaciones previas a que había estado expuesto el individuo, y especialmente, la flora intestinal propia, generadora de trimetilamina, la cual constituye un factor de riesgo fundamental en la generación de aterosclerosis.

La ciencia está tratando de considerar el “ambiente” como una entidad única y unificar todos los factores etiológicos bajo el concepto de “exposoma”, que incluye todas las exposiciones internas y externas que una persona experimenta desde su concepción hasta su muerte. Las nuevas tecnologías ómicas permiten detectar un perfil proteico como un biomarcador de dosis efectiva que evalúa la “exposición ambiental total”, lo que algunos investigadores llaman el “santo grial de la exposición”. Estas técnicas pueden detectar una “huella o firma química” en un paciente que implique una posible evolución hacia una enfermedad o cáncer, pero que podría revertirse al eliminar el agente etiológico tóxico.